sábado, 1 de mayo de 2010

Contexto histórico


Cuando la fotografía se empezó a dar en Francia en el siglo XVIII existía una marcada división social en cuanto a los privilegios que representaban la posesión de imagenes: retratos. Con este nuevo invento, se creaba la necesidad de la difusión masiva de hechos aislados pero significativos del hombre en la sociedad como medio significativo de una nueva era. Por consiguiente, se aprecia que cada momento histórico presencia la formación de unos modos de expresión artística que corresponden al carácter político, a las diferentes formas de pensar y a los gustos de la época. La fotografía se encuentra entre estas formas de expresión como protagonista principal, si se tiene en cuenta que casi no hay actividad humana que no la utilice y se ha vuelto imprescindible tanto en la ciencia como en la industria.

Teniendo en cuenta lo anterior, la fotografía tuvo toda una evolución para llegar a ser lo que es hoy en día. Así pues, en sus orígenes en Francia, el retrato antecedió a la fotografía y correspondió a una evolución social muy importante, “el ascenso de amplias capas de la sociedad hacia un mayor significado político y social” (Freund, 2001). El retrato era el símbolo de las clases dominantes, pues manifestaba su ascenso en la sociedad tanto de cara a sí mismos como ante los demás, ya que eran pocos los que podían darse el lujo de hacerse uno de estos. El fisionotrazo –técnica principal del retrato y de todas sus derivadas- es considerado por los expertos como el símbolo de un periodo de transición entre el antiguo y el nuevo régimen, y constituye el precursor inmediato de la fotografía que permitió la difusión, ya no sólo artística, sino también masiva de ésta. Por tanto, la fotografía, a diferencia del retrato, al convertirse en una técnica masiva, popularizó la difusión de la imagen entre todos los estratos de la población.

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